Hay una dinámica instaurada en el fútbol actual por el que la gran mayoría de los jugadores que logran cierto éxito, tienen un camino abierto para, posteriormente, continuar su carrera como entrenadores. Sin embargo, hay otros que ni por asomo piensan en aprovechar las facilidades de su caché y conocimiento pues prefieren tener una vida tranquila. En esta lista, corta y escasa, está Ashley Cole.
El carrilero zurdo del Chelsea y de la selección inglesa, personaje querido y odiado a partes iguales entre la sociedad de su país, sabe que los jugadores tienen mucho terreno adelantado para seguir su trayectoria y vida unida a la pelota pero él siente que no es ese su carril: "Me encantaría ser gerente, pero no creo que yo pueda ser lo suficientemente bueno. Yo no podría hacerlo. Yo no soy un líder. Cuando se trata de dirigir un equipo, soy demasiado tímido”, apuntó.
El zurdo sostiene que “todo el mundo piensa que mi persona es fuerte pero no es así”. Tanto, que argumenta que, ante todo, le gusta jugar y no dirigir: “No entré al fútbol para ser famoso. Me gustaba jugar al fútbol. No me gusta mucho la fama. Me gusta la paz y tranquilidad, pero probablemente nunca lo conseguiré hasta que me jubile y una manera de adelantarlo es, precisamente, no alargarlo siendo entrenador”, explicó.